martes, 7 de marzo de 2017

Alicante-Los albaricoques



Lunes

Y por fín llegó el día. Llevo dos noches durmiendo regulero. Es el anticipo del viaje que, por lo visto, también me produce estrés. Desayuno con Patri en nuestro bar emblemático y tras ultimar todo remoloneo con la esperanza de que un libro, que voy a usar como fuente de información en este viaje, llegue a las oficinas de SEUR. Fue una compra de última hora que no pude recibir el sábado. Y suena la flauta!, mientras estoy acabando de organizarlo todo recibo el deseado mensaje. Y no defrauda. Es un ejemplar que incluye toda la historia de rodajes, anécdotas y localizaciones de la trilogía del dollar. Pues eso he venido a ver por Cabo de Gata. A buscar al hombre sin nombre...

La ruta comieza ventosa y desapacible e irá mejorando hasta disfrutar de una jornada primaveral, la que más se disfruta en moto. Aunque doy algo de rodeo hasta mi destino final, me desvío hacia Águilas para hacer la ruta costera que llega hasta Carboneras, por el litoral de Cabo de Gata. Sigo la ruta que nombra Pardo en su Guía del mototurista por España. No defrauda pero tampoco es de las que más me ha sorprendido. Transcurre sinuosa por parajes del desierto Almeriense, en su linde mediterráneo. El firme está en buen estado y apenas hay nadie circulando, salvo alguna errática autocaravana de guiris. Ah! ellos sí que saben. Tampoco me impacta Mojacar. Y eso que venía en la Guía Oficial de Pueblos Bonitos de España. Parece un Benidorm Andaluz. Igual porque no he subido a su casco antiguo.

Morena contemplando el mediterráneo.


El toro contempla la luna y morena, el sol.


A mí me gustan las pastillas; rojas, verdes y amarillas.





En las cercanías de Nijar el paisaje se torna de invernadero y me zambullo en ese mar de plástico visible desde el espacio. Mucho subsahariano en bici, en grupos, saliendo de esos hornos. Me cruzo con su campo de refugiados, porque no tiene otro nombre. Estas personas viven en condiciones infrahumanas alrededor de sus trabajos precarios. No fotografío nada de eso porque me parece obsceno retratar la pobreza pero me impacta en cierta manera y quiero expresar su denuncia.

Conforme me acerco a Los Albaricoques, pueblo donde me dirijo a trasnochar, el paisaje vuelve a tornarse más virgen y agradecido. Es un pueblo pequeño, que es fácil de asimilar como el pueblo de Aguas Calientes que imaginó Sergio Leone para su Western. Verdaderamente el lugar, genuino en su fisonomía, te retrotraía a los pueblos Mexicanos de la frontera. Tengo el hotel pagado ( 27 € ) y descubro, con inmensa satisfacción, que es una habitación tranquila y limpia. El encargado me ofrece algo de información. estoy excitado pues sé que por las inmediaciones se encuentran algunas de las localizaciones que he venido a buscar. Principalmente de "La trilogía del dolar". Tras despojarme de la impedimenta motera, incómoda por demás, me visto de vaquero y me lanzo con mi morena a hollar estas tierras.

La tarde se ha transformado en un espectáculo radiante de naturaleza próxima a eclosionar. Una brisa tibia. Me recuerda que ha merecido la pena el trayecto que, al final me ha sumado unos 300 km. pero con algunas paradas y desvíos. Así, un cartel marca a la salida del pueblo la dirección del Cortijo del Fraile, primer Hito cinematográfico que quiero visitar. estoy ansioso. Lo he visto en muchas fotografías y descubrir que es el mismo lugar en el que acaecieron los macabros hechos que narra Lorca en "Bodas de sangre" me anima más todavía. Y lo cierto es que este sí que no defrauda para nada. estoy solo, en el paisaje que describe Leone, contemplando una ruina cargadísima de historias atractivas para mí. Cambio este tipo de turismo por el de los grandes y empachosos museos.


                                                                                                     
Camino de ripio en dirección al cortijo.

Soberbio y fotogénico lugar.


Morena se pregunta, qué llevó a aquel gitano a cometer aquel crimen tan horrendo







Martes

He tenido una noche regulera. Me despierto a las 4 y me vuelvo a dormir al filo de las 6,escuchando la radio. Por tanto, no madrugo. Desayuno en el bar del restaurante. El Hotel Alba, me cuentan, se ha convertido en el mayor impulsor de que este pueblo, antaño anclado en el neolítico, se tematice en torno a la trilogía. El restaurante está lleno de alusiones por las paredes, con fotos de los rodajes en la que se ve a la gente del pueblo. Los que tienen más de 60 se acuerdan perfectamente. Uno de ellos me contaba por la mañana que Sergio Leone tomaba vinitos con los del pueblo, muy afable. Lo quieren mucho, por tanto. Los locos del género han sufragado reconstrucciones y han involucrado a las administraciones para su conservación. Pero, por lo menos en estos días de Marzo que estoy pasando, apenas habitado por 200 almas, apenas aparecen turistas. Y eso que el lugar guarda las condiciones perfectas para pasar unos días de desconexión y retraimiento. De turismo rural, en definitiva.

Tras el sobrio desayuno de café y tostada, tomo la moto otra vez para acercarme al cortijo del Campillo de doña Francisca, otro punto de rodaje del "Bueno, el feo y el Malo". Ayer pasé por aquí porque me olía que podía ser, pero no encontré el punto que buscaba, estaba detrás de unas casas habitadas. Nuevamente estoy solo, y tan complacido. La banda sonora resuena en mi cabeza. Es difícil sustraerse al encanto de esa música tan pegadiza. Y además, el ir en moto tiene un punto vaquero. Llego con mi montura negra, despacio. A propósito de esto, de poco me hostio al pisar una bolsa de grava que, por estar tan distraído con el entorno, no he visto y no me ha tirado al suelo de milagro. El lugar es embelesador. La primavera nuevamente manifiesta sus ganas de eclosionar, si no lo está haciendo ya. No obstante, sobre las 11 y media el sol empieza a picar. Esto es Almería, no lo olvidemos un instante, por favor. Empieza a incomodar y voy al Saloon a tomar una birra tras dejar a morena en el abrevadero, jaja.

Alrededores del Cortijo del cortijo de Doña Francisca.

Cortijo



Por la tarde me enfundo la ropa de deporte y me lanzo a andar los casi seis kilómetros que he registrado con la moto entre la ida y la vuelta al cortijo. La atmósfera es aterciopelada y la temperatura, ahora si, perfecta. Bendito Lugar.





Forajido

El perrito pastor se quedó ahí, posando.



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